Epifanio de Salamina
           [924](315-402)

 
   
 

        Obispo de Constancia, antigua Sála­mis, fue uno de los luchadores famosos contra las herejías de la antigüedad. Fue especialmente devoto de María Virgen, aunque él mismo cayó en algunas ambigüedades que le hicieron sospechoso de herejía. Nació hacia el 315 en Eleuterópolis, ce­r­ca de Gaza, en Palestina. Vivió algún tiempo en Egipto como solitario. Adquirió buenos conocimientos de griego, siríaco, hebreo, copto y algo de latín.
    En el 335 fundó un monasterio en su ciudad y en él  gobernó como abad casi 30 años. En 367 los obispos de Chipre le eligieron obispo de Constancia, siendo el metropolita de toda la isla.
    En el cisma de Antioquía se puso de parte de los Obispo reunidos y en contra de Melecio con quien rehusó restablecer la comunión eclesiástica. Le acusó de estar en relación con los herejes pneumatómacos. Tal vez asistió al Concilio I de Constantinopla en el 381, cuyas pri­meras sesiones presidió el mismo Mele­cio. Pero su firma no apareció entre los asistentes. En 382 estuvo en Roma según la Carta 108 de S. Jerónimo.
    Se vio envuelto en las disensiones entre diversos Obispos y se mostró opuesto a toda especulación metafísica en Teología, así como a la interpretación alegórica de la Escritura, por lo que se declaró contrario a Orígenes.
    En el 392 invitó en un discurso en Jerusalén, ante el Obispo Juan ,que era defensor de Orígenes, a que todos condenaran los errores de esta figura singular, sobre todo en lo referente al modo de entender las Escrituras. Aunque el Obispo Juan siguió defendiendo a Orí­genes, comenzaron las disputas antiori­genistas que se prolongaron durante bastante tiempo después.
    El año 400 fue condenado Orígenes por un Concilio en Alejandría. El se sumó al Metropolita local Teófilo y trabajó para que los herejes fueran expulsados de los monasterios. Expulsó también a los seguidores de Oríge­nes, los llamados  “los cuatro hermanos largos”.
    Al darles asilo S. Juan Crisósto­mo, él marchó a Constantinopla para per­suadir al Crisóstomo de que eran herejes. Al llegar a la ciudad, rehusó la hospi­talidad que le ofrecía Juan Crisósto­mo e incluso se negó a participar en la Eucaristía cele­brada por él mismo.
    Ante los motines populares en defen­sa del Crisóstomo, abandonó Constantino­pla y embarcó para Chipre, muriendo en alta mar el año 402. Su postura pesaría mucho en las decisiones del sínodo de la Encina, que depuso al Crisóstomo el año 403, aunque luego fue rehabilitado.
   Entre sus obras escritas sobresale el "Ancoratus" (El hombre seguro, el ancla­do), que se termina con dos hermosas profesiones de fe. Tal vez la primera era el símbolo bautismal de la Iglesia de Constan­cia. Otra obra es "Panarion" (Botiquín o remedio contra todas las herejías). Fue escrito entre 374 y 377, y es citado comúnmen­te como Haereses. Enumera 80 here­jías, incluyendo doctrinas precristianas.
    Tiene también un escrito "Contra las imágenes", del año 394, en donde calificaba de idolatría la fabricación de imáge­nes. Dirigió una carta al emperador Teodosio I pidiendo que prohibiera el culto de figuras.Y en su "Testamento" ordenó a sus fieles que quitaran las imágenes de las iglesias y de los cementerios.